lunes, 27 de febrero de 2012

Ataduras...


Hago un pacto con vosotros, una atadura...
¿lo veis? 
es un arco de colores 
que une el cielo y la tierra húmeda,
es la luz que, serena, 
atraviesa las gotas de agua...
y todo parece un espejo tuyo,
infinita Belleza.

Un lazo que ata tus manos,
ya no más violencia.
Destellos que su túnica transfigurada
va sembrando al ritmo de sus pasos,
y todo impregna de hermosura...
En Él atas tu "dar muerte",
quieres ser sólo "dar vida".

Atarnos a ti,
a tu arco de colores,
y atar así
todo lo que en nosotros da muerte.
No importa si no podemos,
te has pasado de amor
y lo has atado por nosotros.
En cuarenta,
cuatro veces
la decena
de los elementos.
Y ya no hay fieras que resistan,
y los ángeles llenan 
tantos espacios 
que creí vacíos. 
¿Quien quiere libertad?, 
grita el poeta,
si nos has atado a ti 
para ser libres.
Que me engaña 
este creerme
dueño de mi mismo,
que hay nudos 
que me roban 
y despojan.
Quiero sólo el lazo de tu Espíritu,
que me hace fuerte, 
sabio y compasivo.
Y conocerte es saber
que he de enfrentarme
a las máscaras del tiempo 
que me ocultan.
Ata también mis manos
a esta realidad,
transida de sangre y de belleza,
que permanezca
haz y destello de tu arco,
que de mi entrega haga donación,
humilde tierra
en la que crece la pura transparencia.
... En día eterno, 
la paz de saberme
amor que se derrama.

Cuaresma 2012

domingo, 19 de febrero de 2012

Distinto...




“Distinto entre los hombres 
como una flor o un astro,
arrancado al oscuro firmamento.
Esbelto junco florido en la quietud de un lago.
Su cabeza es hermosa. 
Su mirada, enajenada y dulce,
se pierde en los cerrados horizontes.
Su voz, su cruda voz marina, 
conmueve las entrañas
como un llanto.
-Porque la vida os doy con mis palabras,
y en este deshacerme a vuestras manos
va mi destino,
amaos los unos a los otros
cuando mi muerte os deje abandonados”

Victoriano Crémer (Caminos de mi sangre, 1947)


Un boquete en el techo...

A quienes se dicen poderosos pero en verdad no pueden...
Porque sólo Tú tienes el Poder que importa. 
Mc 2,1-12


Me has hablado otra vez, al corazón, y ahora tiemblo. Porque confundo tus manos y las quisiera donde Tú no llegas, en las quimeras de mis disfraces que una y otra vez se desvanecen, y vuelve mi desnudez ante tus ojos. Y dices y tocas, y yo tiemblo...


Hoy me dices que tu Casa es casa de pocos, que la multitud me cierra el paso y tengo que volar si andar no puedo. Ser muchos no es para ti una ventaja... porque muchos no dejan la puerta abierta.


Y me hablas, persistir, no abandonarme. Que esta es fe que Tú ya no escudriñas porque todos pueden conocerla.


Y así, sin arredrarme, abrir tu techo y suspenderme. Que Tú puedas en el mío entrarte. Que entrar en tu casa es fe callada, y dejarte sanar toda mi vida es poseerte. Que es mi libertad que nace nueva, que curar es para ti romper las ataduras...


Y me adviertes que llorar el sol tal vez me impide ver tus estrellas... que la ley se mece como hoja del árbol del amor y la ternura, del bosque inmenso de la misericordia.


Hoy me llamas a blasfemar... atribuirme tu Poder de amor ilimitado... y si el que blasfema ha de morir, a vivir amando para dar la Vida.



Del otro lado...

Te he visto más allá de todo,
ya cruzada la frontera,
y mirabas hacia aquí
como un señor que vence al tiempo.
Sólo aquellos que se han llenado
de tanto amor pueden hacerlo...
Por encima de tus hombros
dejando atrás lo que aquí nos entretiene,
tú sonreías...
y he sentido que en tus ojos
también nos comprendías.


Lo estabas viendo, lo sé,
eso que ven 
los que atan el tiempo
como tú has hecho...
Ya del otro lado,
susurrando 
a nuestros sordos oídos: 
no tengáis miedo,
que es todo un abrazo
lo que queda,
y luz, y paz, 
y serena compañía.
Y he sentido 
que no hay soledad
allí donde has entrado,
y te has cansado de decirnos
que todo, en el amor, 
vale la pena.


Y he visto esperanza, sí, también esperanza:
¡cómo atabas a tus manos
todas las manos!
para llevarlas contigo,
que ya no ha de ser posible caminar
sin este nudo.
Sí, del otro lado,
recordaré tu piel
casi transfigurada,
de tenue luz arropada,
ya contagiado antes de irte
del amanecer que el nuevo día te prepara.
Un pozo de luz hoy he sentido,
una ternura y un silencio habitados 
del tiempo que latiendo ha concluido, 
haciéndolo todo, en ti y por ti, sagrado.


Domingo, 19 de Febrero de 2012
Para ti, Arturo
En tu nacer a la Casa del Padre-Madre







domingo, 12 de febrero de 2012

2 verbos...

Son cosas de exegetas...
Una mirada a Jesús con otros ojos (o los mismos pero más abiertos).


Marcos 1, 40-45
A cincuenta pasos no puede acercarse un leproso sin cometer delito, sin transgredir la ley. Pero a este le trae sin cuidado lo que pueda pasar con él porque parece que sólo una convicción le guía: el "poder" de Dios ya no está en el templo, está en Jesús. Es un leproso atrevido: quiere explicarle a Jesús que su "poder" puede y debe cambiarlo todo. Sabe que al acercarse y probar su convicción Jesús no sólo le curará sino que lo pondrá todo patas arriba, si conviene, para hacerlo. 


Le dice a Jesús que esta sociedad de la que ha sido desterrado le considera sucio y le pide que lo lave y que con él lave también todo lo que hay de sucio y ensucia.


Casi parece que no le importa que lo cure, quizás sea más importante que cure a esta sociedad que hace víctimas, aísla declarando impuros a quienes molestan y empobrece.


72 manchas en la piel y... ahí está la lepra. Quizás yo tengo alguna, son tantas...


Triste solución justificada: "te lo mereces porque bien seguro que con la vida que llevas..." Un soniquete para bien separar, para excluir (¿a los que tienen un color distinto? es que huelen raro..., ¿a los presos? si es que algo habrán hecho para estar allí..., ¿a las prostitutas? claro, la vida fácil..., ¿a los de otra condición...? es una inmoralidad..., ¿a los mendigos? si es que no se dejan ayudar... ¿a cuántos más...?)


Pero Jesús es el Inclusivo, atrevidas palabras. ¿No comía con pecadores y merodeaba con prostitutas?








Dos verbos...
El uno se lo dice el leproso a Jesús: tienes el poder, la fuerza, "explota tu dinamita" y ponlo todo patas arriba. (Lo saben los exegetas, es la raíz verbal de nuestra palabra dinamita). Jesús, puedes cambiarlo todo, o mejor, podemos cambiarlo todo... contigo. Quizás sólo necesites nuestra súplica humilde: si quieres, puedes...


El otro se lo dice Jesús al leproso: le amonestó, estaba enojado (también lo saben los exegetas, aunque se traduce compasión parece que Marcos no le esconde el enfado a Jesús, en algunas versiones, y algunos creen que pueden ser las más reales). Dicen que el verbo habla del resoplido del caballo: suena bien, Jesús resopló como un caballo (de los que van a lanzarse a la carrera, de los que van a ganar un combate). ¿Harto de una sociedad que así condena y excluye? ¿miedo a ser visto como el curandero y a que te sigan porque comen pan hasta saciarse? Jesús lo manda al sacerdote a ofrecer el don de su purificación pero declararlo puro significaba que la fuente de la pureza tenía que ser reconocida. ¿La primera o la segunda? Me quedo con la primera, esta vez.


Dos verbos... para tocar: y al tocar explota todo. No te contagia la impureza, Tú contagias de salvación a todo el que tocas... El eco de la explosión sigue sonando en mis oídos: es tu salvación que se extiende, que lo ensucia todo, como una mancha de aceite...





Me llenas de esperanza,
cuando este mundo no cesa en su negación,
y quiere convencerme que no vale la pena.
Creer que tú tienes la "dinamita" y puedes "explotarlo" todo,
porque nosotros hemos fracasado en el intento.
Haz que no me olvide del camino: para que ellos entren he de quedarme fuera
¿lo ves, Madre?, estoy haciendo nuevas todas las cosas...
y sin embargo, acabas de caerte desplomado, al peso del madero,
y tu madre sólo tiene ojos para verte,
mientras caminas y subes a la cumbre, al cielo...

Sí, definitivamente, hoy me llenas de esperanza.



sábado, 11 de febrero de 2012

hiere mi silencio...

Algo hiere mi silencio...
hoy mi mirada de hermano se perdía,
por entre el ajetreo.
Un árbol tatuado,
ojos sin rumbo, en océanos de inquietud perdidos,
y un nudo se desata...
Eres tú, vida, que oprimes corazones.
Has tatuado un árbol, hoy lo he visto, con flores
de encarnado y sangre.
¿quien se fue? ¿donde estás? ¿porqué este silencio postrero?
Se marchita la esperanza
porque has roto el reloj de arena.
Flores arrancadas, sesgadas vidas, silencio...
¿qué voz se ha callado? ¿quién eres? 
Este color, mi púrpura, te lo dedico.
En las pupilas se apaga lentamente tu brillo.
He visto el vacío de cien mil miradas,
porque he visto el mío. 
No estás y quieres que te busquemos,
no te vemos y me obligas a vivir reconociendo tu latido
junto al mío.
¿Cómo quieres que no me pierda ni arrastre conmigo a los que tengo?
si no dejas de confundir mis pasos...
si sólo yo he de jugar mis cartas y no juegas conmigo...
Quiero seguir aunque no existas...
Pero duele, lo que más, que se desate
el nudo que me has dado.
Porque esta libertad con que me abrazas
no es suave, no,
tú bien lo sabes.
Mi canto hoy se escribe sin tus notas,
y mis pies caminan, polvorientos tus caminos.
No te siento, paz
hoy escondida. 
Porque esta libertad solo me arroja 
a buscarte entre los vientos que se han ido. 
He de estar, no importa, al pie del árbol que llora,
y en la cueva de los ojos que no miran,
y cuando se desata el nudo...
contemplando el deshacerse de mi vida...


Esta noche aúllan los perros. Hay luna. Lloran mi soledad...


Hasta una gota de agua sucia refleja la luz de la luna...


Espero...



viernes, 10 de febrero de 2012

Siempre hay agua...



Mi corazón puede adoptar todas las formas. Es pasto para las gacelas. Y monasterio para monjes cristianos y templo para ídolos, y la Kaaba del peregrino, y las tablas de la Torá, y el libro del Corán. Yo sigo la religión del Amor. Cualquiera que sea el camino que recorran los camellos, ésa es mi religión y mi fe.

Ibn Arabi (Murcia 1165- Damasco 1240), místico sufí, filósofo, poeta, viajero y sabio musulmán andalusí.


jueves, 9 de febrero de 2012

Migajas...


Sólo migajas… (Mc 7,24-30)

Bajo tu mesa, lo que abandonan los hijos, a mí me sobra… Porque soy de los que siempre tendréis entre vosotros.

Inmerecido amor que hacia mi te inclinas. Porque tienes debilidad hacia los perros. Aunque busque solamente alimentarme.

Demasiado contraste, cuando es blanco o es negro intensamente. Porque prefiero el gris de los secretos, estar bajo tu mesa y no ser visto.

Migajas de un pan dulce y salado. Porque no hay mas allá libertad que pueda seducirme y en ella, sin embargo, me has atado.



Suéltame, y correré hasta clavarme contigo
Hasta sentir tu cuerpo junto al mío,
Los dos así atravesados
Por la misma espada del amor que tu empuñabas.
Y moriré, herido de tanto amor,
Y tu sangre y mi sangre se mezclarán en una copa,
Y daré mi cuerpo con el tuyo en alimento.
Tú el Pan,
Yo una migaja,
Pero el sabor de eternidad seguirá vivo,
Hasta que el tiempo acabe con el tiempo.
Suéltame,
Mientras me atas me lacera el deseo,
Y quiero poseerte y tú te escapas.
¿Porqué te has levantado?
¿Porqué ya no puedo abrazar tu cuerpo?
¿Es que no sabes que me vuelvo loco?
Tenias que enamorarme…
Ya sólo veo tus ojos,
Y tus labios son lo único que espero.
Correré, sí, y subiré contigo 
y ya no podrás separar tu cuerpo del mío,
Porque ya no voy a defenderme,
Porque ya casi no hay miedo…
Y no me intimida tu último vértigo.
Correré, subiré y me clavaran contigo,
En tu leño,
En tu lecho,
En tu cuerpo,
Atravesados los dos por el deseo.
Harás conmigo el Pan
Y conmigo llenarás la Copa.
De tanto amor moriré,
Para ser tan sólo una migaja...

domingo, 5 de febrero de 2012

Invocación de la Danza...


Como danzan los soles, como danza el mar, la vida y las mariposas...


Cuando –fruto de mi Padre-

nacía el mundo purísimo,
entre las flores
y las estrellas,
El ballet.
Yo danzaba

Cuando –el sí de mi Madre-
se cumplía la Escritura,
dentro de su corazón,
bajo su vela,
en secreto
Yo danzaba.

Danzad dondequiera que estéis,
porque Yo soy el Señor de la danza.
Danzad en verdadera libertad,
hallad en mis pasos vuestra infancia.

Cuando en mi escuela
revivía Galilea,
por los pequeños,
los fariseos,
en redondo
Yo danzaba.

Cuando en mi palabra
Se erguían los tullidos,
Con María,
Pedro y los míos,
Sin vergüenza,
Yo danzaba.

Danzad dondequiera que estéis,
porque Yo soy el Señor de la danza.
Danzad en simplicidad,
seguid el ritmo del amor.


Cuando sobre la cruz
moría la dulce semilla,
como un cordero,
a corazón abierto,
en el Espíritu
Yo danzaba.

Cuando –fin de los sábados-
florecía la esperanza,
fuera de la tumba,
en la luz,
lleno de vida
Yo danzaba.

Danzad dondequiera que estéis,
porque Yo soy el Señor de la danza.
Danzad por el mundo entero,
quiero hacer con todos mi alianza.

Danzad, danzad, danzad,
y no desfallezcáis,
Porque yo soy el Señor de la danza.
Danzad!

(Sor Miquelina Dubé)

Como un bosque que crece...


Haces callar…
Porque es el silencio, la atención profunda,
la que cura…
Porque no quieres que vivamos 
sin tenerte a ti en el centro,
Y sólo en el silencio crece el bosque,
mientras nadie escucha…
Porque tú 
no estás en la tormenta
sino en la brisa suave 
de la aurora
y en la calma de la noche.
Nos despierta el árbol cuando cae,
y tu bosque crece 
sin ruido,
nos lanza al estrépito 
el vértigo de amarte,
y no te encontramos.
Pero Tú te has hecho hogar y humilde casa.
No ves 
como nosotros vemos,
no caminas 
nuestras sendas
y te buscamos 
en los templos,
Y el oleaje 
de nuestro corazón borra tus huellas.
Entras en casa y llegas, a esa intimidad te acercas,
Tú quieres levantarnos,
quieres que resucite ya nuestra esperanza
y en amor nos desbordemos.
Para penetrar la noche y ser luz escondida…
Para desafiar esa pesada losa
del sepulcro en que hemos encerrado nuestra vida…
Pero fuera están las manos que suplican
y los pies cansados,
y los ojos que se apagan
y la tristeza que amara el corazón
y desazona.
Pero Tú estás, bosque que crece,
Sin miedo de los cantos de sirena,
y creces,
sí, Tú creces,
Hogar que nos acoge,
Mano tendida que nos tocas
y levantas…

Mc 1,29-39

miércoles, 1 de febrero de 2012

Tan sólo por verte...

Tan sólo por tocar tu manto...


¡Cómo todo lo haces nuevo!
y no curas el mal, 
curas mi miedo
y entonces soy 
porque soy nacido.


¡Qué daría 
tan sólo por verte!
... y perder mis ojos 
en los tuyos.


Recortas las alas 
del pájaro que sueña,
tiempos que pasan y me hacen pobre.
Domas así mi deseo
y vuelvo al umbral del primer día.


Luz, serena luz que invades,
y esa tu Fuerza que jamás debió de abandonarnos.

¿Cuántos cielos surcamos sin orillas?
¿cuánto mar sin poder posarme?
Hasta que retiraste 
las aguas
y así pude levantarme...

Como una espiga,
grano nuevo de la vida.

Hoy tu latido 
acompasa el mío,
a veces 
un torbellino apasionado
que a nadie olvida,
a veces una suave melodía.

Es tu vivir a la intemperie
buscando huellas, 
de mis sendas perdidas...

Quieres volverme 
al ritmo de tu beso,
creación del primer barro,
fuego de un amor que sigue amando...
hasta que la noche se funde en día.

Mc 5,25-34