Pero mis sombras acechan...
esperan agazapadas,
al pié de la puerta,
cuando entro y salgo
y sin querer confunden mis pasos.
No han llegado de mi,
son viejas raposas
que merodean la viña,
y no hay cepos que puedan prenderlas.
Les gusta la noche,
porque a mí me gustan las estrellas.
No sé cuándo han entrado,
no he abierto las puertas,
y, sorprendidas, juguetean
junto al fuego...
Brillan sus ojos vivos,
de llamas indecisas,
pero yo quiero las estrellas,
silenciosos atisbos del alba...
Transparente luz de la mañana...
que me esperas.
Yo quiero el silencio,
el murmullo del suave rocío
que mis células, cada una,
a cada estrella enlazan,
en la noche,
no importa,
que no podrán entregarme,
si a Ti ya estoy, pobremente, entregado.
Llevo conmigo la izquierda,
las sombras que me han hecho,
molduras de mil deseos...
vertiginosas esporas
y pacientes luciérnagas que buscan,
en la noche.
Pero es tiempo de luz que nace,
para no dejar que se entreguen
los días a sus noches.
Y yo espero,
mis ojos alzados,
que se callen los cantos,
que enmudezcan los juegos,
y, libre pueda
vivir arrebatado.